¿Querés culearme, verdad? ¿Querés que yo sea tuya, cierto? Pues aquí estoy, explanada ante vos, vení y hacé lo que querás conmigo. Estoy esperando, no te pongás en indecisiones, enno sé qué hacer . Todos son iguales; para que veás que no soy mala nota, te voy a contar un secreto propio de nosotras y que generalmente no compartimos con ustedes: cualquier dificultad se resuelve haciendo. ¿No sabés qué hacer? Hacé. ¿Sabés que hacer pero no cómo empezar? Hacé. ¿Querés probar algo pero na sabés si va a funcionar? Hacé. Y etcétera al cuadrado.
Pero qué insolencia la tuya. ¡Habráse visto! Dejá de hablar paja. En el pasado te he hecho al derecho y al revés y te he dejado sin habla ¿cierto? Sin nada qué replicar, nada más siguiendo mis manos como si yo fuera un director de orquesta y vos mi multitud de bellos instrumentos afinados. Es cuestión de agarrar impulso y vos lo sabés, nada más que me des esto de espacio, una hebra de donde desenhebrar la madeja que sos vos, ese vacío, esa nada. Si una hoja en blanco es arrogante, más aún es en la pantalla, con el cursor guiñando el ojo, burlón.
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