No hay tristeza más grande..., leo en una pared, una pared cualquiera y mundana atravesada por un graffiti incompleto. He pasado por aquí muchas veces y hasta ahora lo noto; eso quiere decir que algo ha cambiado. O alguien. Yo.
Como volver vencido de una batalla, como haber sobrevivido un cáncer inmerecidamente: una especie de vida cansada, de sobrevivencia; satisfaciendo a golpe de tambor lo que hay que satisfacer para mantenerse a flote, comiendo y bebiendo insaboridades, durmiendo largas horas con un sueño veteado de manchas, de despertares. Tocar una pared y sentirla suave, posar una mano en el pecho y sentirlo frío; seguir andando como cayendo, inevitablemente, como si una pierna me hubiera sido amputada.
¿Vuelve a crecer?
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