martes, 4 de octubre de 2005

Desde un cuaderno muy viejo, III

Te amo con locura,
te amo insanamente
como atacado por el delirio
del idólatra que adora a un dios falso.

Te amo y me hacés daño,
te amo y me hago daño;
pero el torrente de mi amor por vos
no cesa.
Río de fuego que fluye indómito hacia vos
y nada lo detiene:
ni los tajos ni las maldiciones,
ni siquiera ese odio
que queremos levantar entre nosotros
y que se derrumba a cada rato
por carecer de bases que soporten
la respiración volcánica de lo nuestro.

Yo te amo,
vos me amás
y nos estamos matando,
Nos hemos de destruir pronto
y no quedará nada:
ni vos, ni yo,
sólo nuestro amor.

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