domingo, 11 de septiembre de 2005

Axioma II

Revolcando entre mi ropa,
encontré un pañuelo tuyo,
empapado del viento
que se enredaba en tu pelo.

Me lo llevé a la cara
y aspiré no un perfume
sino recuerdos
y por un momento te extrañé
y te busqué,
no en mi memoria
sino en mi cuerpo,
hallando trazos tuyos
ahí desperdigados.

Encontré
un ardor en mi piel,
mi nombre pronunciado en el éxtasis,
un antiguo sabor,
acres lágrimas
y un olor a incendio.

El momento pasó
y me encontré extrañándote
como extraño a mis muertos.
Doblé el pañuelo
y te devolví al ruin camino
del olvido ingrato.

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