sábado, 24 de septiembre de 2005

Nueva

(Cuarto blanco. Paredes acolchadas. Una ventana. Un catre. Sentado en él, Anónimo Indefinido. Vestuario neutro. 12:21 PM.)

Anónimo Indefinido: Recuerdo la carne asada, sazonada con ajo y mezcla de especias, jugosa, medio cruda. Tomate, cebolla, jalapeños, culatro y jugo de limón. Tortillas palmeadas. Cerveza cruda, helada. Un aguacero, música de campanillas, cítara y tabla. Yo la amaba como a nadie, fue la primera persona que amé y fue la última, parece. Hubo un viento y una contestación huérfana, un silencio momentáneo; los vellos de mi cuerpo erizándose, una previsión como si ya hubiera sucedido fue como un latigazo de luz, un línea blanca que atravesó mi cuerpo y me concedió lo que siempre quise: la culpa y volar por los aires unos metros eternos, lástima el charco de barro, los gritos, la parálisis y la corrupción de la carne. Pero lo único es que yo, no pido otra cosa, no puedo pedir otra cosa que es no haberla dejado morir.

Un enfermero: (Abre la puerta.) Vienen a visitarlo. Su mamá.

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