sábado, 17 de septiembre de 2005

Final de un best seller


... a pesar de que no esperaba a nadie. Extrañado, puso el vaso de agua en la mesa del desayunador y se dirigió al vestíbulo. Se asomó por la mirilla pero no vio a nadie. Extrañado, abrió la voluminosa puerta de caoba tallada y no encontró a nadie. Para Miguel Sarraceno, cualquier misterio, por pequeño que fuera, merecía la pena de ser investigado sin importar las consecuencias. Salió a la acera, sin importarle que vestía sólo su bata y pantuflas. Como su casa era esquinera, decidió primero mirar al oeste para encontrar en la acera a quien hubiera tocado su puerta y si no lo hallaba, caminaría al este y doblaría la esquina con el mismo propósito. Tratando de ver más allá de donde alcanzaba su vista en la acera, caminó hasta la mitad de la calle. Concentró su energía en su mirada, un tanto desgastada por su edad madura y las muchas lecturas. No consiguió ver a nadie, ni tampoco darse cuenta del Audi A6 gris que le daba la vuelta a la esquina demasiado rápido como para evitar atropellarlo. Iba conducido por su vecina, la señora Victoria Chesterton, quien siempre se distinguió por ser una conductora distraída. Miguel Sarraceno fue arrojado por los aires y aterrizó en el jardín de su vecina, ya muerto, y su cuerpo quedó con la bata levantada y sus genitales a la vista. La señora Chesterton, gracias al airbag, resultó apenas con ligeros golpes y un ataque de histeria.

Para Miguel Sarraceno, cualquier misterio, por pequeño que fuera, merecía la pena de ser investigado y eso le costó la vida.


FINIS

No hay comentarios.:

Publicar un comentario