En esta vida,
tenemos varios nombres,
algunos por un corto lapso,
otros los arrastramos por décadas.
Unos están ligados a la dicha,
otros a la miseria,
la mayoría juntan ambas cosas
en mayor o menor proporción.
Yo vengo dejando uno,
breve fue,
con una intensidad
que me hizo sentir la vida
chorreando de mi boca
y también,
en él vi que soy mortal
y muy infeliz.
Ahora no tengo nombre
y no busco uno,
simplemente soy, anónimo.
Pero me pregunto
en mi soledad acuartelada
de amplios volúmenes:
¿volveré a tener un nombre?
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