lunes, 19 de septiembre de 2005

A Lina

Te voy a contar una historia,

de un río, un papá y su niño:
un río como éste,
el papá es el tuyo
y el niño era yo.

Íbamos a un lugar
que siempre estaba verde,
donde estaba el río
y siempre era bonito.
Y él me llevaba en sus hombros
como yo te llevo ahora
y me daba guayabas y frambuesas.
A veces nos perseguían perros y toros,
pero papá era más listo
y nunca nos pasó nada;
a mí me dada miedo
pero después me reía.

E íbamos al río,
nos tirábamos a la poza,
y papá me enseñaba
a ser como un pez,
a consumirme
y a patalear.

Hasta que hacía frío
y yo le decía:
¡Papi, papi, vamos a la piedra!
¿Te podés imaginar, Lina?
Yo diciendo, mientras temblaba:
¡Papi, papi, vamos a la piedra!

Papá me sacaba,
hacía un fogata
y me daba sánguches
de frijoles y torta de huevo.
Luego papá me llevaba a casa,
yo iba donde mi mamá
y le contaba mis aventuras
mientras ella me hacía cariñito
y yo, feliz y cansado,
me dormía en su regazo.

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