El mundo no existe. Yo no existo. ¿Cómo puedo ser, si no puedo verme? Me busco en mí, y sólo encuentro sensaciones borrosas y débiles ideas, hijas bastardas de aquellas. Las creo reales porque yo las siento, porque veo mi esencia en ellas; trato de hallar mi esencia entonces, y solamente hallo los reflejos de mis sensaciones. Soy lo que percibo y lo que percibo es falso. El universo es un armatoste que saco de la nada y se desarma cuando lo dejo atrás, todo lo que me rodea es un flujo de sombras y espejismos que se imprimen en mí como remedos de sombras y espejismos. Los demás son los miles de rostros que imagino como míos; el mundo y yo somos fugacidad, alucinación, mentira. Como esto.
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