Cuando la vi, recordé ese pasaje de la Ilíada cuando los ancianos de Troya ven llegar a Helena y se dicen entre sí: "No es reprensible que los troyanos y los aqueos sufran prolijos males por una mujer como ésta, cuyo rostro se parece tanto al de las diosas inmortales."
Pude entender tal admiración hasta hace unos días, cuando vi su cara por primera vez y me sorprendí repitiendo mentalmente esas aladas palabras.
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