Ayer soñé con Halle Berry. Al principio fue un sueño muy hermoso.
De vez en cuando tengo pesadillas. Generalmente lo que ocurre es que yo cometo un acto invariablemente atroz. Luego huyo y soy perseguido por algo o alguien indeterminable, pero feroz. Y llega el momento que es más perturbador: cuando me detengo y trato de convencerme de que estoy soñando pero no encuentro la seguridad para afirmar tal cosa, y llego a creer que estoy despierto, y que realmente llevé a cabo las atrocidades que creía falsas. La culpa se siente tan real y la sensación de desesperación se apodera de mí ante la perspectiva de la horrible condena que recibiré. Y lo que es absolutamente peor: crece en mí, hasta volverse un paroxismo, el deseo de no haberlo hecho, el ácido remordimiento ante lo irremediable.
Ayer soñé con Halle Berry. Al principio fue un sueño muy hermoso, pero luego se volvió extraño, e incómodo.
PD: Leyendo lo anterior, observo el contraste entre mis sueños y mi vigilia. Gracias a uno de los guías sin rostro de esta Biblioteca de Babel he logrado definir uno de mis despiertos placeres. Es confesar mis culpas y que se me pronuncie un castigo a causa de ellas, que se me encomiende una penitencia y yo ignorarla, tirarla a un lado como un juguete que me ha aburrido y seguir como si nada.
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