¡Vivan las explosiones nucleares!

Yo te celebro,
destrucción inmensa,
la eternidad del infierno
manifestada en un segundo.

Eres inevitable
porque eres un arma
nacida de nosotros.
¿Acaso se crearon
las hachas, los cañones
y las ametralladoras
y nunca se usaron?
Si un cuchillo de piedra
pudiera deshacer el mundo,
milenios tendríamos de haber perecido.

Por eso cae sobre nosotros,
espada de dios y lago de azufre,
el juicio final que hemos manufacturado.
Vaporízanos
y borra del planeta
todo vestigio nuestro,
cae sobre nosotros
y extínguenos,
que la Tierra duerma
un largo sueño helado
y olvide para siempre
la afrenta de nuestra existencia
y nuestro odioso recuerdo.