miércoles, 24 de agosto de 2005

¡Flores, flores para los muertos!

El punding de las palabras o el pudín de palabras, la respuesta es la dopamina; armar y desarmar, alineándolas como si fueran piedras, tratando la perfección, la frustración, la falta de propósito:

Dénme noventa deseos, un título y las fuentes agradables, tal vez un revólver, más la sombra de mi padre, dientes de plata y la naúsea de la montaña. Me he de sentar como los lobos ante las paradojas, evaluando los usos del talco y los encantos perdidos. Fruto de mis reflexiones, he de crear una línea satánica de pensamiento e invenciones sin página. Con esto, lanzaré toda la carne al asador; seré como Lancelot escurriéndoze por una ventana y escapando a su cubil para flagelarse, sabedor de su culpa: nada peor que un profeta arrepentido.

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Refugiado del viento, sigue la línea de la carne y las noventa invenciones escritas por el Lobo de la Montaña, amigo perdido por la naúsea del satánico talco y los largos tragos de la fuente de la paradoja. Aprenderás a ser revólver, a tener un padre, a refutar páginas y títulos.

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He aquí esta paradoja: Imaginate cubierto de talco, en el pico de una montaña, deseando a tu padre lobo y a otros noventa perdidos. Tenés dos opciones: inventás un revólver a partir de tu naúsea sin fuente o fulminás la línea de carne sin título. Todo por plata y oleadas de páginas.

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