Los amaba a ambos, juntos.
Recuerdo cuando mataban zancudos a cuatro manos,
salvándome según yo,
dándoles yo entusiastas voces de aliento.
Recuerdo cuando vos llegabas
y vos salías a su encuentro
y yo corría hacia ustedes
y era alzado,
con una boca querida en cada mejilla
y era comido a besos.
Después decidieron empotrarse
en pesados tronos de odio
y yo fui un siervo con dos amos,
un corazón con dos tajos,
viendo como se volvió un páramo
aquel jardín donde fui yo creado.
Los amo a ambos,
con dos tronos,
dos tajos,
en medio del páramo,
por aparte.
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