Este excelente artículo de mi señor Padre es el dedo hundido en la llaga.
COSTA RICA: Semblanza sobre la situación política actual y el horizonte pre(visible)
José Ml. Zeledón C.
9 de agosto del 2005
Advertencia necesaria.
Estas notas no están rigurosamente fundamentadas en información sistematizada. De modo que su objetividad no resiste crítica alguna. Son solo efluvios más pasionales que cerebrales de alguien que contempla la situación actual y su evolución, amparado en noticias y hechos observables al azar por cualquier ciudadano aficionado a lecturas espontáneas del entorno.
Son producto de “la visión” de alguien que vive la angustia de observar y reflexionar, pero sin la suficiente fuerza personal ni organizativa para incidir aunque sea simbólicamente, sobre el curso de la situación. Y ese parece ser el doloroso sentir de la gran mayoría de ticos. Indudablemente debemos trabajar más duro para -por lo menos- levantarnos un poco la autoestima y generar la sinergia necesaria y producir movimientos transformadores en y de nuestra sociedad.
Rasgos que caracterizan el escenario actual de Costa Rica.
El rasgo principal de la sociedad costarricense es la ausencia de una visión colectiva del país que queremos ser y por el cual estamos dispuestos a luchar. Una visión motivadora que aglutine a los costarricenses y nos impulse a unir esfuerzos y superar diferencias en pos de la gran utopía inspiradora del pensamiento y alentadora de la acción organizada.
Pregúntese en la calle, a una cantidad de gente, que represente la diversidad costarricense, si quieren que Costa Rica sea un país desarrollado; seguramente, la casi totalidad, diría que sí; pero es muy probable que al final de la encuesta se tengan tantas “costarricas” y tantas “ideas”, de lo entienden por desarrollo, como personas interrogadas. Eso sería en el mejor de los casos. Pero no sorprendería que muchos de los encuestados ni siquiera entiendan la pregunta, o no tengan idea alguna para dar una respuesta personal. O sea, que los ticos .-en su mayoría- “no estamos en nada”.
Si un conglomerado humano pierde - o no logra definir con claridad - su rumbo colectivo: visión, propósitos, objetivos, metas y valores para conducirse, la configuración de su sociedad irá muy probablemente al caos, y sería impredecible su final.
El hecho de que la sociedad costarricense sea un mosaico de intereses dispersos y contrapuestos, no es la causa del actual desmembramiento, ni del ensanchamiento de las brechas sociales; porque ese es más bien el modo de ser de nuestra realidad. El problema es que los Gobiernos del Estado costarricense, no parecen darse cuenta de la profundización de las desigualdades y no muestran voluntad política para actuar frente a ellas; tal como la señalara el Arzobispo de San José en su homilía del 2 de agosto pasado en Cartago. Algo que era un secreto a voces, pero dicho ahora por un “Santo grande”. Los gobernantes del Estado Costarricense presentes en el acto y quienes al ser elegidos se comprometieron para guiar al país por los senderos del desarrollo, callaron prudentemente por miedo al abucheo y a exponerse una vez más al ridículo de su demagogia y su pretendida impotencia.
Las señales (o indicadores) por medio de las cuales se expresa cotidianamente el caos y la descomposición social, mencionadas en los párrafos anteriores y el real deterioro de Costa Rica, son abundantes y elocuentes. Basta echar un vistazo a los diarios nacionales de cualquier día. Véanse, como muestra, algunos periódicos del sábado 30 de julio 2005 y entresaquemos unos cuantos titulares
Al Día: “Se incumplen cientos de fallos de la Sala IV” (Primera página); “Treponazo en gasolina” (Producto de un modelo de ajuste automático, 7% la regular y 8% la super, p. 5); “Estafa a centros educativos” (p. 11); “Caen cinco vendedores de drogas de San José” (p. 12); “Pareja detenida por extorsión: pedían dinero para devolver maquinaria robada” (p. 13); “Balacera en calles de Puntarenas” (p. 14)
La República. “Estancamiento económico se agrava: Economía crecerá un 3,5% este año y un 2,4% el siguiente” (p. 9)
La Prensa Libre. "Condenan al Director de Migración, por desobedecer a la Sala IV". (p. 18).
La Nación. “Detienen asaltantes de camiones repartidores. Policía los vincula con 20 robos” (p. 16 A); “Banco Central sube pronóstico de inflación del 10% a 12,7%” (p. 26A).
Esas son solamente noticias de algunos diarios en un solo día. En su mayoría son noticias desalentadoras, pues ya no alarman a la gente. Están relacionadas con la seguridad ciudadana, la corrupción, estancamiento económico, crisis social, deficiencia en los servicios, sobre de educación y salud. Sin embargo, lo triste es que se las ve como cosas naturales de nuestra sociedad. Deben haber buenas noticias pero, o son menos, o los diarios juegan con el morbo del pueblo, que ellos mismos fomentan para luego explotar vendiendo periódicos a quienes se solazan con lo negativo.
Estas noticias, variadas, reflejan un país en una situación económica, social y política en franca descomposición, sin señales de restablecimiento, marchando hacia un abismo cuyo fondo es imprevisible, pero no halagüeño.
Analicemos aunque solo sea cualitativamente algunos hechos que muestran una desesperante decadencia, que pareciera indicar la pérdida crónica de la capacidad de regeneración social, desdibujando cualquier horizonte de esperanza.
Debilitamiento económico:
Se constata una caída crónica de la producción en general y del agro en particular. Esta es una señal de debilidad en la plataforma de desarrollo y ocurre por el abandono sistemático del Estado a los productores, expresado en el desfinanciamiento y desmantelamiento de las instituciones responsables de brindar asesoría y proveer recursos, para estimular y modernizar el aparato productivo. Siendo el nuestro un país cuya base económica, social y política se ha tejido históricamente alrededor de la agricultura. Con esto entra en crisis la soberanía alimentaria; porque cada vez tenemos que importar una proporción mayor de lo que nos comemos y el suministro no va de acuerdo con nuestros requerimientos alimentarios, sino con los intereses de rentabilidad comercial de los importadores de alimentos y estilos de vida exóticos, puestos de moda por la propaganda comercial “consumista”.
Como resultado, vemos la amenaza de expulsión de una masa campesina cada vez mayor, desplazándose a los centros urbanos, pululando en torno al Sector Informal sobresaturado, o convertidos en mano de obra barata para los contratistas inescrupulosos, que hacen su agosto subcontratando braseros para las grandes empresas nacionales y trasnacionales, con salarios de hambre.
Por otro lado, la inversión para el desarrollo, tanto en lo tecnológico como en los servicios y la producción se hace recurriendo al endeudamiento con los agiotistas internacionales, sin mostrar un impacto económico social visible y de los cuales los políticos de turno se dejan una buena tajada (abundan los ejemplos de peces gordos encarcelados en la casa, como corresponde al estilo penitenciario VIP). Otra modalidad es regalando los recursos naturales, patrimonio de los costarricenses, a cambio de mordidas, viajecitos, o llámense “puentes de la amistad”, franquicias de hotel, tiquetes de primera clase, o lo que sea de provecho personal para los políticos que están montados en ese momento.
Todos estos recursos obviamente son menos costosos políticamente, que cobrar los impuestos a las grandes empresas morosas, cobrar las cuotas adeudadas al seguro social u otras, que pondrían “en mal predicamento” a los testaferros del verdadero poder económico y político, cuyos dueños temen dar la cara ante el pueblo.
Un hecho revelador es que los empresarios turísticos tuvieron exoneración de impuestos durante 20 años, dizque para impulsar la llamada, “industria sin chimeneas” y generar así condiciones para la inversión turística, que según sus apologistas, contribuía a generar empleo, traía gran cantidad de divisas al país, (como si los ticos comiéramos divisas). El resultado es triste, porque Guanacaste, el Pacífico Central y la Región Norte del país, los principales polos de desarrollo turístico, están entre las regiones con los más altos índices de pobreza. La moratoria con el seguro social alcanza los 50 mil millones de colones (según datos recientes publicados por la prensa) y no se hable de los millones que paga la Caja por alquiler de equipos médicos, alegando que sale más barato. Se ha comentado también en la prensa, que con los montos pagados en solo un año, se pueden comprar esos equipos que tienen una vida útil de 10 a 12 años.
Deterioro y descomposición social.
No es necesaria mucha elocuencia para demostrar el estancamiento, cuando no deterioro crónico de los servicios de salud, educación pública, encarecimiento del costo de la vida con el alza en las tarifas de transporte público, electricidad, agua y otras, sin el correspondiente reajuste de los salarios, que solo se realiza para medio mitigar las alzas acumuladas pues siempre va muy a la zaga con la inflación; este año calculada al principio, en 10%, pero modificada la meta al 12%, mientras que los salarios ya fueron ajustados muy por debajo de esos porcentajes (7,5%) al sector público, para ese mismo año. En el sector privado el incremento decretado fue un poco mayor, pero ahí el salario promedio es menor y no hay mecanismos efectivos para garantizar su real aplicación por parte de los patronos.
En cuanto a la inseguridad ciudadana y la delincuencia, mejor ni hablar; basta ver los diarios y los noticieros, que de por sí lucran mostrando tales lacras y contribuyendo así a fortalecer el círculo vicioso, de quienes aprenden de las noticias y los programas de violencia televisiva, para afinar sus métodos de asalto, secuestro, robo y asesinatos express.
Quizá sea oportuno señalar que la delincuencia podría estar en buena parte fomentándose con la exhibición en los medios audiovisuales de estilos de vida exóticos, portadores de otros valores o “antivalores”, que promueven diversas formas de diversión, de vida fácil, vía enriquecimiento ilícito, a la vez que la realidad le niega a la juventud las oportunidades y medios para aspirar a una vida digna, vía educación y trabajo estable.
Corrupción política.
La política y los políticos (el sistema político), materializados en los partidos de exhibición actual, para acceder al poder dentro de las instituciones del Estado, no muestran señales esperanzadoras de que puedan conjurar la situación recurriendo a los postulados democráticos: “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, “régimen de derecho”, “elecciones libres” y toda la parafernalia que acompaña el discurso político tradicional.
Por el contrario, es desesperante ver como los vicios más execrables de la politiquería y La demagogia, carcomen en las sucesivas campañas, la credibilidad del pueblo en el sistema democrático. En cada proceso electoral aumenta el abstencionismo, como protesta racional, justa y descalificadora de la oferta política y no como irresponsabilidad cívica o apatía tal cual quieren hacerlo ver los interesados en legitimarse dentro de sus precarias fórmulas para detentar el poder. El abstencionismo masivo, de casi el 40%, se da porque la gente no encuentra por quien votar. No tiene garantías de fiabilidad ni de los políticos ni del sistema político, por eso no apoya ni a uno ni a otro y muchos de los que van a votar, van envueltos en un “torbellino delirante” de propaganda y presión sistemática y al año, o antes, se muestran arrepentidos de haberlo hecho.
Y una vez alcanzado el poder mediante las precarias y espurias fórmulas, lo utilizan no para cumplir sus promesas de campaña y empezar a planificar y ejecutar programas para resolver los problemas y carencias de las grandes mayorías, sino que lo usan para servirse con la cuchara grande, ellos y sus amigos, financiadores de su campaña, o para seguir fomentando el clientelismo entre segmentos sociales emprobrecidos y comprados con pinches favores: bonos de vivienda, nombramientos en puestos públicos sin las debidas credenciales de idoneidad, favorecimiento en contrataciones y vaya uno a saber cuántas cosas más que aún no se han descubierto; que después les cobran con usura: pidiéndoles el voto para legitimarse y seguir a perpetuidad en el poder.
En su conjunto, esta cadena de hechos, revela el agotamiento e inviabilidad del sistema tradicional de partidos y prácticas políticas que han constituido el sistema político democrático que surgió de los años cuarenta; así como la estructura y carácter de Estado actual que fue concebido para una sociedad que ya no existe. Un Estado que logró evolucionar a tono con la sociedad que lo forjó.
¿Cuál es el horizonte que se visualiza?
Imaginemos el amanecer de un día nublado, con ráfagas de neblina, llovizna y viento, con frío y humedad; con las calles enbarrialadas y llenas de huecos, basura, perros hambrientos y zopilotes a la caza de desperdicios y eventuales claros con ilusorios destellos de un sol entre atrevido y tímido. Completando el paisaje: gentes enfermas, mal vestidas, haciendo filas, aquí y allá; unos por atención médica, otros esperando un bono, un plato de comida o ayuda de beneficencia; otros pasando en grupos al encuentro de algún trabajo, en lo que sea, para poder llevar algo de comer a la familia.
De pronto, irrumpen en el paisaje varios vehículos de lujo, que con gran estruendo se detienen y bajan de ellos señores gordos, bien vestidos y abrigados; con un derroche de fragancias a colonias finas, que entran en los edificios a atender gente.
Mientras tanto, adentro van recibiendo personas de una en una y se les promete que todo va a cambiar, se les pide firmar su adhesión al partido político de los señores que los atienden y además la autorización para representarlos (ellos) en la gestión de bonos y servicios gratuitos, financiados con fondos de algún préstamo que los señores van a administrar.
Desde afuera se empiezan a ver salir las personas, con caras llenas de esperanza pero con las manos vacías y se dispersan hacia un campo desolado, entre la neblina, la llovizna y el viento; también salen los señores con sus maletines repletos, suben a sus “naves” para ir a disfrutar de un buen almuerzo, alejándose, en dirección contraria, por un campo minado hacia unas voluptuosas praderas de contornos privados.
Este escenario de fábula, parece alegórico al futuro económico, social y político de la Costa Rica, que estamos construyendo, o dejando construir; unos haciendo su propio negocio y otros –la mayoría- viendo los toros desde la barrera, o a veces, sin ni siquiera acercarse a la corrida.
El horizonte económico y sociopolítico de cualquier país, se ilumina a partir del enfoque de desarrollo que se piensa desarrollar y que teóricamente, en un país democrático, debe responder a las necesidades de la mayoría de su población, por una parte y por otra, al potencial de sus recursos naturales y humanos; matizando las estrategias de dicho enfoque, con los recursos de su cultura y las experiencias aleccionadoras de su historia.
Esa materialización se traduce en el proyecto de país que sus habitantes necesitan y quieren. Los líderes políticos democráticos, tienen que asumir la conducción de tal proceso sin confundir la realidad con sus fantasías personales y mucho menos, con sus propios intereses o los de su grupo. Pues ese es el principio de la corrupción. Pero todavía es más insensato, dirigir un país, para satisfacer los insaciables apetitos de las transnacionales y seguir pautas de gobierno y negociación, impuestas por estados extranjeros.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón quedó devastado no solo por los estragos materiales y en vidas humanas, causados por las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, sino también, en la moral y el ánimo del pueblo y sus líderes, que no solo tuvieron que capitular ante los aliados, sino recurrir a la ayuda internacional para levantarse. Pocos años después, los japoneses criticaban con toda autoridad moral, la estrategia seguida por América Latina, diciendo que “el peor error de los latinoamericanos era confiar las tareas del desarrollo a las transnacionales”. Cuando esta es una tarea propia e intransferible de cada pueblo y sus gobernantes. Los resultados de una y otra estrategia, saltan a la vista.
Esto no significa condenar la inversión extranjera “per se”, ni las diversas formas de arreglos comerciales, entre potencias y países pobres, más bien debe permitirnos avivar los sentidos para juzgar con claridad qué arreglos nos convienen, o son inevitables cuando no tenemos alternativa alguna y de esa manera, proyectar lo posible y con las reglas del juego claras. Pero hay que proyectar algo, una imagen objetivo y un camino, o caminos alternos. Hay que tener la imagen clara de qué país queremos la mayoría, por qué nos conviene y si tenemos la voluntad y el talento para construirlo y si no, a luchar por conseguir lo que nos hace falta y sobre esa base, cualquier negociación tiene que salirnos bien.
Los enfoques, modelos y proyectos de país, son inéditos, no debemos esperar un molde para incrustarnos en él. Las referencias de tales enfoques se han planteado en nuestro medio. Hay quienes quisieran -según se desprende de sus propuestas y negociaciones- que Costa Rica sea un paraíso turístico y dedicado al ensamblaje y a la maquila; vendedor eficiente de mano de obra barata, bien calificada y que los recursos naturales se les “arrienden” o se vendan a las cadenas hoteleras, con todo y las mujeres y hombres prostituidos para el solaz del invasor extranjero, que ya destruyó su habitat y quiere seguir destruyendo el nuestro.
Según este enfoque, no debemos preocuparnos por producir alimentos de origen agropecuario, ni industrializarlos, ni comercializarlos nosotros mismos, porque es más conveniente garantizar la seguridad alimentaria, con salarios que vayan directos al bolsillo de los importadores de alimentos y a las grandes cadenas “fast food”, (para que suene más ”in”). Los agricultores campesinos nacionales de por sí, viven siempre con hambre y al borde de la ruina, mejor saturar a sus hijos de tecnologías y educación light, para que abandonen el campo y engrosen las filas de aspirantes a un empleo, controlado con leyes laborales también light, para bajar los costos y competir en el gran mercado global.
Los que así piensan tiran línea para integrarse como socios menores de las transnacionales y obtener al menos una gerencia o un puestillo en la junta directiva y si fue un presidente complaciente con las transnacionales, esperan ser obsequiados con algunas acciones para que sigan haciendo “cabildeo” en los órganos del poder local.
Al otro lado de la calle, estamos una gran mayoría de gente trabajadora y con fe en su país que queremos una Costa Rica hecha con talento criollo. Una Costa Rica de oportunidades para todos y de libertades democráticas, no solo para elegir, sino para controlar y corregir el desempeño de los gobiernos. Con soberanía alimentaria, definiendo qué productos son estratégicos para el país y cuáles son sus prioridades productivas y de desarrollo; una Costa Rica que siga viendo la salud y la educación como servicios públicos y no como negocio privado accesible a unos cuantos. Una Costa Rica donde el trabajo y la seguridad ciudadana sean considerados como derechos civiles y no como ventajas comparativas para competir, o como privilegio de los que puedan pagar guardaespaldas o vigilancia privada. En fin, una Costa Rica donde la justicia sea tal y no el resultado de las influencias personales y la capacidad de soborno. En donde hasta la población delincuente rescatable encuentre oportunidades de regeneración; donde los principales mecanismos de prevención de la delincuencia, sean las oportunidades de educación y de acceso a la justicia social.
Para eso es básico contar con una población sana, en todo sentido, con una educación liberadora, que desarrolle el pensamiento creativo, con un aparato productivo moderno, pero basado en los valores fundamentales que sustentan nuestra nacionalidad y debidamente organizado para suplir con eficiencia los productos estratégicos de la cultura alimentaria costarricense.
Se requiere una sociedad civil organizada, un sistema municipal solvente y limpio de corrupción, pues un estudio de la Universidad de Costa Rica, lo ubica encabezando el ranking de los más corruptos. Se necesita un Estado ni más grande ni más pequeño que el necesario, pero eficaz en su desempeño, debidamente organizado, para que cada institución se integre prestando sus servicios sin perder de vista el objetivo de construir un país para todos los costarricenses.
La sociedad costarricense está actualmente a la espera de que surja un movimiento nuevo, innovador, desmarcado y libre de ataduras con los partidos tradicionales y sus métodos, decrépitos y corrompidos. Debe promoverse la ruptura del continuismo de los grupos de poder que han gobernado este país, tanto en el escenario del Estado, como fuera de él. Debe ser un movimiento político con un liderazgo nuevo que rompa con el pasado y se proyecte al futuro, con perspectiva a largo plazo, sin renunciar al aprovechamiento de las lecciones aprehendibles de su historia.
¿Dónde están los actores principales de esta “pieza”?
Primero se necesitan líderes, pero no necesariamente carismáticos ni heroicos, solo de carne y hueso. Se necesita gente joven, valiente, limpia, fresca, preparada, con una visión social, humanista y con proyección de largo plazo. Líderes convencidos de que el trabajo es en equipo, porque ninguna mente por brillante que sea podrá capturar todo el conocimiento y el talento necesarios para gobernar un país, aún tan pequeño como el nuestro.
Una sociedad civil organizada, para reclamar los derechos democráticos en todos los planos. Con organizaciones capaces de administrar servicios y capacidad autogestionaria para generar una proporción dignificadora de los recursos del desarrollo, como “vacuna”, frente a la fatal enfermedad del clientelismo y la manipulación politiquera. Una sociedad civil que confronte al Estado exigiéndole la concertación de reglas claras sobre lo que le corresponde cumplir a cada una de las partes concurrentes.
Una población constituida por ciudadanos cultos, con conciencia social y responsabilidad ciudadana, con una inteligencia colectiva creadora para hacer más efectivo el esfuerzo nacional, no solo del pueblo sino también y principalmente del Gobierno, que deberá ser el conductor o guía en el camino de construcción del país ahelado.
Estos quizá parezcan retazos incompletos de la gran utopía, que podría tener la fuerza de atracción para alcanzar lo realizable, que no sabremos qué será hasta no haber dado el máximo esfuerzo.
Esto se vuelve más utópico cuando vemos a la juventud que es la esperanza más real, atisbando al próximo “artista de moda” para invertir el día y la noche enteros en un espectáculo de contorsiones alucinantes, que lejos de proyectar mensajes constructivos lo que hacen es adormecer la conciencia de quienes concurren a su convocatoria.
Pero no toda la juventud peca de insubstancialidades, pues también hay muchos jóvenes con conciencia crítica de la situación pero están atados de manos y pies o varados en un espacio de arenas movedizas, que entre más quieren liberarse u organizarse, más se van hundiendo en un marasmo de incertidumbre y desorientación.
Pero lo más desolador es ver a la población adulta y “madura”, diluirse en tardes y noches de fútbol y de cantina o de fútbol y cantina juntos para completar, mientras al país se lo lleva la trampa y con él el futuro de sus hijos y resto generacional.
La sociedad de consumo, como se llama eufemísticamente a la sociedad del “capitalismo salvaje”, como lo llamó Juan Pablo II, se ha posicionado acaparando todos los medios disponibles: tecnologías de punta, así como de los medios de comunicación masiva, para comunicar colectivamente su mensaje, en el que a la vez vende productos y difunde la ideología de soporte a sus negocios.
La esperanza no ha desaparecido, está en alguna parte, hay que buscarla. ¿Pero adónde? Y los actores también ahí están; pero no hay guión, no hay director y el escenario está a obscuras.