jueves, 24 de noviembre de 2005

Sous le SOLEil de Satan

Había oído hablar
de un patio suicida,
un lugar de altísimas paredes
donde llevan todas las ciegas escaleras
y desembocan todas las arteras puertas.

De profundo azul
como los abismos del mar,
en sus altos muros
hay un tapiz de extrañas criaturas,
devoradoras de brillos y oropeles,
que se ocupan en ser miserables.
Se oye llover
y la lluvia no cae,
del sol sólo entra su sombra,
sus formas monstruosas
me hacen pensar
en su atroz armador y dueño.

Hoy lo visito,
me paro en el filo
del silencio (de lejanos murmullos)
que me invita.
Sí, se necesita un contraste;
lo que hace falta,
allá en el fondo de rocas musgosas
es un gran manchón rojo.

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