sábado, 19 de noviembre de 2005

Jefe

Estoy sentado,
bebo agua,
acomodo mis cosas
y pienso cómo se verá su cabeza
clavada en una estaca.

Siempre tengo presentes
sus despliegues de poder,
su frío sarcasmo
y mis castigos:
A veces creo que podría
convertirle la cabeza en puré:
los puños rotos
hundiendo los fragmentos de hueso
en el suelo.

Siendo honesto,
no me cae bien;
podría amarrarlo a la silla,
arrancarle un ojo con los dedos,
sostenerle la cabeza
y violarlo por la abertura sangrante.

Un día de éstos renuncio.

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