sábado, 12 de noviembre de 2005

Sonata mulata

Bailando,
mordido por tarántulas,
los tambores se vuelven lejanos
mientras el veneno corroe mi mente,
me pierdo de mi cuerpo,
mi sanidad me deja,
entro en el mundo sin tiempo
y veo mi núcleo atrás mío:
es una pequeña esfera
cruzada de filamentos de luz.
Aquí no hay yo,
es más,
nunca lo ha habido:
soy un reflejo
del oculto dios.
Yo soy él
y él es yo,
nos referimos
uno al otro
veladamente
y nos negamos
mutua y tajantemente
con una misma voz,
nuestras manos se arrollan
en nuestros cuellos
y tratan ferozmente
de exprimirnos la existencia.

Desperté en una zanja, desnudo y con naúseas.

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