Mi padre lo recuerda mucho y le hace mucha gracia. Estábamos en Esterillos durante las vacaciones, yo era un niño y estaba acostado en una hamaca bajo un par de palmeras. Estaba atardeciendo y me tomaba un vaso de jugo de naranja helado. Mi padre llegó donde estaba yo y sin ninguna introducción, le dije:
—Esto sí es vida.—
Nada como una noche de cerveza y charla con Urizen para pensar un poco. Veo y el futuro y casi podría tocarlo y el presente está aquí y lo tomo como viene, como un vaso de jugo de naranja helado. Aquellas palabras resonaron en mi cabeza hoy como un golpe de gong. Mañana, de hecho, será un día mejor. Y creánme cuando lo digo.
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