lunes, 7 de noviembre de 2005

El preludio de un beso

Sería despacio. Doucement. Llegaríamos a mi cuarto, verías mis libros, mis discos y las cosas en la pared. Tal vez quisieras que empezáramos de una vez, quizá no. Me tomaría mi tiempo, hablaríamos de cualquier cosa. Luego aventuraría una mano, trataría de encenderte con las puntas de los dedos, sientiendo tus poros, tus vellos, tus curvas. Te tomaría en mis manos como si fueras arcilla y yo un artesano, te apretaría la carne y te daría mil formas, movería tus miembros, saborearía tu olor en el aire. Nadie vendría a rondarnos, tendríamos el fugaz tiempo encadenado en las caricias, en la respiración acelerada. Tal vez te deje tocarme, quitarme la ropa, dejarte hacer honor a tus palabras. Yo no te dejaría desnudarte, eso me corresponde, pero después. Antes debe venir el beso, deberá venir ese momento en que nuestras bocas choquen por primera vez, sería como una gran curva, una parábola en el aire.

Yeah, she is in my room, oh boy!
Well, now that we know each other a little bit better,
why don't you come over here?

Y te besaría, un beso hondo y extendido como un duelo, hasta rendirte, hasta dejarte indefensa y a mi merced, me hundiría en tu boca, una sola saliva chorreando de nuestras bocas. Una vez que te hayás rendido, por fin, empezaría a cumplirte una a una todas mis promesas.

Sería despacio. Doucement.

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