lunes, 11 de julio de 2005

¿Diay? Pura vida


Pues también me gustan los culitos talladitos, con nalguitas apretadas como melocotones, además los belleza de los pechos no viene de que tan grandes o pequeños son, sino de que tengan una forma hermosa, asimismo hay mujeres que usan el pelo corto y se ven muy bien (como ella.) Esto de la belleza femenina es muy complicado, ya que no hay fórmulas o cánones que sean confiables, es algo que simplemente sucede.

Voy por la calle y veo gente revolcando la basura para comer algo, veo las noticias con cruentas guerras y los muertos en Londres. Ya lo dije, realmente no me importa, me importa mucho más mi propia felicidad, aunque de hecho me preocupan las consecuencias kármicas de tal egoísmo. Ya veré qué hacer. Por lo menos no soy hipócrita y no me doy con una piedra por el pecho, diciendo que realmente me importa. Si me importara, ni dormiría de la preocupación, no me compraría una impresora o un celular, sino comida y ropa para los pobres, no trabajaría para mí sino que estaría yendo de aquí para allá ayudando ancianos, indigentes, discapacitados o enfermos de SIDA. ¿Cierto?

Antes de juzgarme: Si viene algún poderosísimo ser (digamos, un dios) y te dice: Yo puedo eliminar toda la miseria del mundo, pero hay un precio y es tu vida. ¿Darías tu sangre por la humanidad? ¿Morirías por ella? ¿Harías un sacrificio por una felicidad que no es la tuya? Yo no, y honestamente, no creo que alguien realmente lo haga.

PD:

Danza de oro

Ángel mórbido
de palidez inmaculada
y ojos de vidrio bruñido,
toco tu piel helada
y me abrasa un fuego sin calor.
Has aparecido radiante,
con luminosidad lechosa,
envuelta en tu cabello platinado
como un manto de virgen.
Ciertamente has tenido piedad de mí
que saboreo el hielo
para aplacar la larga noche.

Ven, fantasma de blancura,
a yacer conmigo en mi lecho de muerte.
Dame tu frialdad y tus labios de granizo,
tú que eres una nevada límpida,
arrásame en silencio,
borra la amargura de mi boca
amasando un glaciar en mi pecho.

Tomémonos con tiempo
que la noche es extensa.
Antes del amanecer dorado,
no quedará nada.
De ti, ni un recuerdo
y de mí, ni un suspiro

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