jueves, 14 de julio de 2005

Aguacates


Bertoldo: La esencia del ser humano es la libertad. Se nace por ninguna razón, uno es arrojado sin pedirlo en medio de este tumulto, supuestamente dispuesto a seguir los lineamientos que ha planteado la humanidad para todos sus nuevos miembros. Pero si uno se da cuenta, realmente no tiene por qué seguirlos. Asimismo, no hay un más allá ni un mandamás que no sea imaginario, lo que quiere decir que no hay que rendir cuentas cuando se entrega el equipo, i.e. colgar las tennis. Entonces se ve claramente que muchas de las obligaciones predicadas no son realmente obligatorias: tener hijos, un buen nombre, no matar, no consumir drogas, fidelidad, no autodestruirse, etc. Uno lo puede hacer si quiere, si escoje hacerlo y ése es precisamente el punto: aquí en este plano decadente se puede hacer lo que se quiera, sin remordimiento alguno. Si se decide ser bueno, ya es cosa de cada uno y enhorabuena, pero nadie le puede reclamar a otro el hecho de que sea una persona vil. Suena muy lindo, lastimosamente uno viene con obstáculos determinantes, como las circunstancias específicas del nacimiento y crianza, mucha gente, como buenas macetas, nunca logran ver más allá del corredor y sufren la lacra más inútil e insidiosa que puede padecer un humano: la culpa.

Bertoldino: Muchos reniegan de su lado perverso. No hay razón para tal cosa: "En el Occidente actual la destrucción es considerada como un mal. En Oriente, de acuerdo a la religión védica, la destrucción es una de las tres fuerzas que sostinen la vida. Padecemos un temor reverencial a destruir concientemente, dejamos que las cosas se pudarn el abandono. El impulso destructor opera desde luego, inevitablemente, pero nosotros cerramos los ojos." (Berman.) El lado oscuro es necesariamente destructivo y esto tiene una razón de ser. Todo sistema tiende a la entropía, por lo cual la transformación/renovación es necesaria. Y para que algo se renueve, tiene que ser destruido. El daño que se le hace a alguien o a algo es la oportunidad de cambiar, de renacer a otro estado, plano u otra condición. No hay que temer a ese lado tenebroso y destructor que todo ser humano tiene. Sólo hay un camino para lidiar con él: aceptarlo.

Cacaseno: Tengo un lápiz colorado.

PD:

XXXVI

Pequeños guijarros,
gotas de lluvia
como el recuerdo
de una luz, de un sueño.
Acto primordial,
la verdad a medias
y el repique de campanas
como la arena y el mar.
Hojas que huyen,
presas del viento.

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