Un joven yogi le dijo a su padre gurú:
—Mira como controlo mis movimientos hasta que los pájaros bajan a posarse sobre mi cabeza.—
Unos minutos después bajó una avecilla y comenzó a construir su nido sobre el pelo del joven.
Orgulloso de su demostración, agregó:
—Mira como ingiero alimentos por la nariz y los expulso por la boca.—
Y breves instantes bastaron para que así sucediera.
Consciente de estar causando el asombro de su padre remató:
—Mira como introduzco un pañuelo por la boca y sale luego por el ano después de limpiar de impurezas el intestino.—
Y el joven yogi logró perfectos resultados.
Entonces el padre dibujó un gesto de compasión y desdén respondiéndole:
—Mira como detengo el palpitar de mi corazón. —
Y el viejo cayó horizontal sobre el adoquinado para siempre.
NOTA: Este texto, desdichadamente, no es mío. Le pertenece a Óscar Álvarez Araya, de un librito llamado "Enigmas y sacrilegios" y que dudo que se encuentre por ahí fácilmente. Lo juzgo casi perfecto.
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