viernes, 20 de mayo de 2005

Hoy, amargo


What is love? decía una cancioncilla allá por los noventas, cuando yo estaba en el colegio, cuando mis pasatiempos eran la angustia y la masturbación (¿Eran?) He llegado a un punto en que considero que el amor no es más que una construcción moral basada en el instinto primario de la reproducción, mezcla heterógenea, incompatible y volátil. Viéndolo desde ese punto de vista se explica por qué llega a ser tan algo enajenante, satisfactorio y miserable.

Es irónico, o tal vez no, que yo haya llegado a ese punto en este momento de vida, cuando acabo de salir del amor más intenso que he tenido, el que ha sido hasta el momento el amor de mi vida, dicha tal cosa con todo conocimiento de causa, hasta llegar a la cursilería. De hecho tiene que ver con eso la desilusión que siento hacia mí mismo y hacia mis cualidades como ser humano. ¿Te imaginás, ver a la mujer que supuestamente más has amado, a Ella, la que has buscado toda la vida, y sentir que te incomoda? ¿Qué dirías de vos mismo si preferís abandonarla a su suerte cuando está metida de lleno en un barrial existencial, porque ya estás fastidiado de sus problemas? ¿Qué preferís, antes que nada, tu paz mental antes que el sacrificio por amor? Es la maldita imagen del amor supremo que todo sojuzga, que arrellana todo obstáculo, por el que se muere y se te va la vida misma en sus brazos, el de la I de Corinios 13: 1. Si no logré hacer tales cosas con ella, si no quise hacerlas con ella, ¿con quién? ¿Qué vida pude esperarme? ¿Abjurar del amor, seguir en pos de él? Espero llegar a ver esto claro alguna vez, espero que simplemente el amor haya muerto mucho antes de que nos diéramos cuenta y que yo llegue a tener otra opurtunidad en esta tierra y no sufra la condena de todos los de mi estirpe.

PD:


Bushido

Árboles enormes y empapados
rodean al samurai herido,
la sorda batalla ha quedado atrás.

La espada envainada, secreta, aguarda;
un segundo,
la luz agonizante se refleja en una onda
hecha de acero y bruñida de rojo,
la espada regresa
y un amargo vagar cesa, con un suspiro.

Tantas batallas, tanta muerte
y por fin, la derrota.
La huida no es una deshonra,
es un aplazamiento del fin,
antes de partir, debe pensar.
Cubierto por ropa rasgada y cortadas profundas,
los músculos dolorosos y los ojos nublados,
agitado y sin embargo, tranquilo,
pues ya conoce su destino.

Terrible es el camino de la espada,
pasos sigilosos pero llenos de furia se acercan,
hace frío, piensa en Edo, aprieta los dientes,
apoya la frente contra la empuñadura,
tiembla de terror, cierra los ojos:

Ésta es mi muerte,
he sido cruel,
nunca tuve piedad,
ahora, debo ser rápido.

Abre los ojos, se descubre,
en silencio salta y se estira,
la espada surge y traza una línea de fuego,
proyecta una sombra larga y fatal,
una tormenta de brillos lo golpea,
cae,
a su lado yace su espada desnuda e inútil.
No lejos, un riachuelo, desde una piedra musgosa,
se hunde en una poza de aguas oscuras.

martes, 10 de mayo de 2005

La ceniza del incienso


Todos tenemos secretos. Todos tenemos secretos horribles. Todos los ocultamos, porque los creemos capaces de devastar nuestra cómoda vida de miseria. Lo peor de tales arcanos no es que los demás, los demás que nos importan al menos, no nos los perdonen (que pueden hacerlo) sino que nosotros mismos, uno mismo, yo mismo, no lo hacemos, lo hace o lo hago. Lo peor del perdón es negárselo a uno mismo. Yo he cometido, desde mi punto de vista, crímenes innombrables. El sólo imaginar ver a la luz tales hechos me angustia en medida extrema, como la anticipación de una caída libre, de una amputación. Recuerdo el temblor de manos, la vista baja, la respiración mecánica y la garganta constreñida, todo lo que sentí al cometer mis pecados. ¿Qué es un "pecado," qué "una buena acción?" ¿Quién o qué lo determina? El pecado de un ser humano es la virtud de otro.

¿Y vos qué? ¿Cuáles son tus pecados, tus historias innarrables, las culpas inconfesables? ¿Serán peores que las mías? Tal vez sí, o no. Nunca lo sabremos. ¿Cómo sería gritar lo que nadie se atreve? Subirse a una baranda y escupir los terribles secretos como una maldición hacia los demás... ¡Qué liberador! Lo seguiría una paz tan grande, la paz de no ocultar nada, de no tener nada en el lado oscuro del corazón. La culpa que se confiesa ya no se tiene. ¿Te podés imaginar, tal vez, un blog donde registar todas esas ofensas contra vos mismo, contra la puta humanidad? En algún lugar de esta Biblioteca de Babel, quizá llegue a estar esa página mía e inefable.

PD:

XXXII

Fugaz ceremonia de ilusión,
alimentada por canales cristalinos.
Un rey, antes esclavo,
preside el cortejo de los adoradores de la luna.
Un huracán arrastra páginas de libros sacrificados al celaje,
el círculo de ancianas piedras concuerda con las constelaciones.
El fuego danza en frágiles teas,
una oración, casi un suspiro,
une a las mentes en melancolía.
Las miradas viajan en pos de lo omitido,
un fantasma acecha, y nadie se percata.

jueves, 5 de mayo de 2005

Plato del día


Esto lo escribí en otro tiempo.

Hoy cené mi vianda favorita. Me he atragantado de odio, del odio que me sale del pecho como el chorro de un surtidor o de una aorta cortada. Lo he devorado hasta el borde del vómito, lo cual no sería un problema, ya que como buen perro, yo me puedo comer de nuevo lo que he vomitado.

I was angry with my friend,
I told my wrath and it did end.
I was angry with my foe, 
I told it not and it did grow.

Regresé a uno de los lugares de mi gozo y mi miseria, y es curioso como uno se puede creer un buen tipo y de un momento a otro se encuentra hecho un ser mezquino, agraviado de envidia y vileza. Me vi en mi peor espejo, del que uno es incrédulo o quiere serlo, ser ojalá un hereje de esa parte que nos habita y deseáramos que no lo hiciera. Las semillas de mi odios fueron dejadas por otros, es cierto, pero yo las he regado bien con lágrimas de ira y tristezas interminables. He aquí que estoy atravesado por los tallos de ese odio, son estacas en las que sido empalado. Espero irlas arrancando y devolviendo a sus respectivos labriegos, eso o hacer las paces con el pasado, casi que suena a bromita por lo difícil que es. Me pregunto si alguna vez llegaré a tener alguna otra paz que no sea la de la muerte. La otra vez que escribí esto me quedó mejor.

PD:

¿Una esperanza?

Lo que no se ha ido entre sonrisas me acosa ahora que me hundo en la tibia agua llena de burbujas. Recuerdo una pared trivial que vi de reojo una vez, cuando era niño y fui a un pueblo al que no he regresado. Siento una presión agradable en mis sienes y estoy tan alegre como si no existiera. Extraño las crayolas y a la madre de mi infancia, añoro el sabor de las fresas y los robots que tenía mi hermano. Imagino de soslayo lo que me queda de futuro, cuántas lluvias de estrellas volveré a ver y si alguna vez entenderé a mi padre. Estoy desnudo ante el placer que he buscado como soldado que vuelve de la guerra, escucho adioses que he olvidado y repito líneas de libros que no he leído, bendita sea la locura que me han enviado aquellos que la proveen, miro el techo ausente y las paredes de azul pálido. Giro mi cabeza y la Tierra rota a mi alrededor, la suavidad de ondas que se dispersan me atrapa y me suaviza como dormilona al tacto. Ahora sí sé.

Recojo su pierna entre mis manos, y comienzo a besarla.

martes, 3 de mayo de 2005

La camiseta rota


La vida, esta tragedia insigne de simples marionetas que somos, marionetas con múltiples titireteros. Uno puede pensar que esta vida le pertenece, pero la realidad, si es que existe y si es que hay sólo una, es otra. Uno podrá ser dueño de cualquier cosa, menos de su propia vida. ¿Alguna vez, vos que leés esto, has llegado a darte cuenta, has llegado a ver a alguno de tus amos? Me imagino que sí, son fáciles de ver, lo que uno se niega a aceptar es que la propia existencia esté sometida a ellos. Yo creo que aquél que le encuentra sentido a su existir es porque logra vislumbrar a sus dictadores y el por qué de su esclavitud. La gran mayoría nunca nos damos cuenta o peor, creemos que lo hemos hecho, o lo que es absolutamente peor, nos creemos propietarios de nuestro destino. Y no me vengan con Dios, ya lo dijo un alemán bigotudo, Dios (o dios, más bien,) está muerto. Un día de estos cuento la historieta.

Como siempre (ja, ja, siempre es una palabra vedada a los humanos:)

Réquiem

Apuesto a que se solazaba
contemplando mis desgracias,
entreteniendo su supuesta eternidad.

Me arrojó a este mundo,
desnudo e ignorante.
Me asignó un destino miserable
creyendo que agacharía la cabeza.

Pero yo acabé con él.
Yo soy el asesino de dios,
yo lo maté y me alegro.

Lo encontré en su escondrijo,
vi su rostro, grité su nombre,
lo liquidé mientras gemía
y hundí su gloria en el mar amnésico.
Yo he derribado el cielo y el infierno
las promesas vanas y las mentiras.

Con su muerte
se acabó mi esclavitud,
no seré juzgado
no me rodearán cercos
ni tendré que dar cuentas.

El ocaso de dios fue el alba de mi vida.

La calentura


Henos aquí, a la orilla del amor tempestuoso. Tanto y tan poco puede pasar en un mes, en que se va de la dicha a la desolación y de ahí al hastío una vez más. Apenas si voy alzando la cabeza luego del impacto contra la tierra, del mazazo del destino si es que existe tal cosa. Es difícil retomar el hilo, tenía varios temas que tratar pero qué va, es mejor simplemnte saborear el whisky de nuestro buen amigo y casero y desvariar un poco al frente de la computadora que compramos por una bicoca a la ex-novia que se fugó del país ante el riesgo de ser internada en un manicomnio por su familia (su madre) sedienta de una herencia mengüante. Parece de caricatura o novela de alto rating pero es la realidad, la más pura y puta realidad. ¿Y yo? Bueno, es como preguntarle a un boxeador que acaba de ser noqueado qué se siente. ¿Qué se siente? Vos me podés dar la respuesta, así como vos, así como todos, apuesto a que habés perdido alguna vez a alguien a quien amabas mucho, o tal vez como yo, que he perdido a quien más he amado en la vida. Porque de fijo que has amado, que has amado mucho, ¿o no? Me preocuparía el caso contrario, sería como no ser humano, como haber venido a este planeta, no sé, a coleccionar cucharas o a ser diputado o algún otra actividad humillante e inútil.

PD:

Jugada final

El fin, ese fin inevitable
que me persigue y me empuja,
viene a mí
y es tan imposible de sortear
como si ya hubiera pasado.

Seré acunado por él, pues es mi origen,
todo lo que soy, todo lo que hecho,
ha sido por él.
Me ha formado para llegar a él.
Y me tomará,
como a un hijo,
con un abrazo eterno, irrompible, voraz.

Siempre me ha arrastrado la voluntad de sangre,
mis manos se han curtido de entregar tanta ruina
y el odio ya no me cabe en el pecho.
Para mí no hay paz ni reposo,
nunca tendré descanso.

Todo lo bueno y puro me ha sido negado;
por el destino, la vida, dios, el azar, yo mismo ¿quién sabe?
En los demás sólo me he encontrado a mí
y he huido del reflejo de mi maldad.

Lo único que tengo es mi final,
el término de mi infamia,
fuego o oscuridad, bienvenido sea
pues es el fin.